Tomado (en algún momento de 2002) de http://fobos.iespana.es/fbnum15art3.htm

MUERTE Y RESURRECCIÓN

Por Reinaldo Avendaño (2002)

Pocas veces se da la alegría de recuperar algo valioso que se creía perdido. Más aún en el caso de Lem, quien después de "Fiasco" no había producido más ciencia ficción, y parecía no tener intención de producir más. El título de esa última obra identificó en su momento el sentimiento de Lem hacia este subgénero temático, su desilusión y en consecuencia nuestra resignación a no disfrutar más de su rigurosa y brillante imaginación. Hasta la reciente aparición de Fiesta (2000), este enorme libro (más de 600 páginas), que recoge algunos temas recurrentes en Lem, pero profundizados en un enfoque especular, simétrico con respecto a otras obras.

Las razones por las que Lem se alejó de la ciencia ficción las expuso él mismo en una entrevista en 1996, refiriéndose a un fenómeno de escalamiento en la exposición y en la percepción de la violencia: “Ahora tenemos la película Independence Day, donde naves alienígenas asesinan a casi toda la humanidad. Algún productor americano dice ahora que su próxima película será aún más fuerte. ¿Pero qué puede ser más fuerte? ¿Asesinar una biosfera completa? Esto es tan desagradable para mí, que he decidido dejar el automóvil de la ciencia ficción en una parada para escribir ensayos. Ahora uno de los canales satelitales pasa la increíblemente estúpida serie de Star Trek Entrerprise. No lo puedo entender. ¿No hay suficientes problemas en este mundo que tenemos que imaginar otros irreales?".

A juzgar por el tema y el desarrollo de Fiesta (la descripción de una sociedad humana en una orgía casi permanente retratada por los productos de su tecnología, los robots) el ensayo y las columnas no fueron un vehículo lo suficientemente divulgativo, con la fuerza emocional necesaria para alertar sobre el callejón sin salida en el que nos estamos metiendo. De esta manera, las mismas razones que fueron suficientes para detener la creación literaria de Lem son las que incitan a su retorno a la ficción. Aunque no es una ficción de fácil lectura ni siquiera para los lectores habituales de Lem, tanto por la estructura elegida, con densos capítulos y pasajes expositivos, como por el uso contenido del humor (lo que hace que la carga de pesimismo y la sensación de decadencia alcance toda la novela), esta es "la" novela a leer, un compendio literario-histórico-filosófico-científico, la Divina Comedia de la ciencia ficción.

El argumento de la novela es simple: el curso de una investigación (histórica, sociológica, biológica) con la doble misión de la recopilación y de recuperación del legado de lo humano, enfrentado a la posibilidad de la extinción, por un lado, y la búsqueda de la solución por otro lado. La particularidad es que tal misión es planeada, coordinada y ejecutada por robots, quienes son los herederos del hombre, los que le sobrevivirán.

El punto de vista es por una parte retrospectivo, enfocado desde el robot que hará la interpretación final de la investigación en un tiempo en que quedan ya muy pocos humanos repartidos en el cosmos, y que tienen poco ya de la humanidad que los identifica; y por otra parte un relato lineal de un científico africano, Marcel Senghor envuelto en el programa de recuperación.

El desarrollo de este argumento sigue la evolución de ideas del robot Intérprete, desde su propio desagrado y reticencia a enfrentar el trabajo, pasando a través de sus lecturas, los documentos científicos, las tesis académicas y las múltiples interpretaciones dadas por sus predecesores. Es muy interesante la reflexión que hace el Intérprete sobre la visión de la realidad que posee su cultura, una sociedad construida por robots, pensada por robots, pero que debe mucho a la programación inicial humana. En este sentido, Fiesta es una interpretación del universo de Ciberiada, aunque una interpretación oscura y terrible. Las diversas teorías y especulaciones que manejan los robots y computadoras con respecto al hombre sólo revelan su incapacidad de entenderlo; la tarea de descifrar la naturaleza humana está más allá del alcance de las máquinas, a pesar de la enorme capacidad de las inteligencias artificiales, limitada sólo por la física fundamental, y mostrando que la herencia del hombre es más un lastre que un tesoro, y que probablemente marcará también el destino de las propias máquinas.

Si recordamos el universo de Ciberiada, encontramos un mundo poblado por máquinas y computadoras, pero que no se comportan como máquinas, sino que son innegablemente humanas. La estructura en que se presenta este universo son relatos de raíz mítica, fábulas y sátiras, lo que los diferencia enormemente del tono y del sentido que alcanza Fiesta, la que no es para nada una historia de humor, el que está casi por completo ausente de ella. En esta novela, la imposibilidad de comprender a sus antiguos creadores implica en los robots la aversión a la comunicación y más tarde el rechazo de todo contacto. La dificultad de racionalizar o de integrar lógicamente a la raza humana en su esquema de realidad convierte a las máquinas en fabulistas y poetas que cantan sobre la raza humana.

Una segunda línea de desarrollo, la principal, la de mayor fuerza visual y potencia emotiva, enfoca la sociedad humana misma que está siendo sometida a estudio y disección. Las imágenes del panal humano en el que Senghor desarrolla su vida, tienen su deuda en las visiones de Ian Watson en El jardín de las delicias, pero especialmente en el ambiente y las oscuras reflexiones escritas en La caída eterna de los hermanos Strugatski, el relato, en clave de ciencia ficción, del viaje de huida del infierno hasta casi alcanzar el paraíso seguido de la inevitable y eterna caída: una reescritura del poema de Dante trasladado al suelo de un lejano planeta. Una obra de la última etapa creativa de los rusos, la más pesimista y ácida, muy acorde con el espíritu de Fiesta.

La técnica empleada en esta línea narrativa es reminiscente y reflejo de la usada en Edén, invirtiendo (simetrías otra vez) aquí con respecto a ella, las perspectivas del observador y la del que es observado. Aquí los humanos se muestran incomprensibles y herméticos para sus observadores, las máquinas.

La evolución del comportamiento de la sociedad humana, cada vez más atomizada e individualista, refleja la percepción de Lem de que en nuestro mundo (y apunta directamente al mundo occidental) las personas usan los mejores frutos de la tecnología para satisfacer su propia corrupción y degradación. La idea de que la humanidad usa los frutos del progreso para fines vergonzosos y, por otro lado, la idea de que “la sagrada ley de la propiedad privada, que es un fundamento del capitalismo, es ahora la mayor amenaza para él”, forman la base de la narración. El estilo brilla en algunas escenas de la enorme orgía de excesos en que se ha convertido el mundo. La ausencia de humor es deliberada, pues ya no se intenta hacer menos terrible cuestiones como la manipulación genética (por ejemplo, desde la modificación grotesca del cuerpo con fines estéticos y de afirmación individual y tribal, hasta el uso masificado de drogas sintéticas duras), y donde todo es posible para quien puede pagar por ello. Las locuras a que conduce la irresponsabilidad humana, inmersas como están las personas en una interminable y cada vez más desenfrenada fiesta del mundo occidental son mostrados sin ningún camuflaje de humor. Y sin embargo no existe ningún discurso moralizante, sólo una doble visión de nosotros mismos, una exposición de hechos y extrapolaciones. Es más, Senghor en parte del capítulo 6, expone la aplicación de un nuevo sistema moral, en parte siguiendo a B. Russell pero apoyado especialmente en el libro Hacia un nuevo tipo de moral del filósofo D. Dennett; Fiesta es en sí un largo ensayo filosófico en clave de ficción, y significativamente ciencia ficción (no es casualidad que Lem, un escritor de ciencia ficción sea considerado un original filósofo actual, en países como Alemania y Rusia).

Las líneas narrativas convergen hacia el final en una conclusión pesimista, en una mirada de desesperanza y resignación. La maestría de Lem, que es capaz de manejar los muchos recursos y estilos necesarios con gran fluidez y sin perder profundidad, supera lo hecho ya en La Voz de Su Amo, obra que claramente sirve de patrón de estilo. Los párrafos de ensayo académico, las citas de publicaciones imaginarias, los informes técnicos en el desarrollo de la investigación están perfectamente dosificados y constituyen una masa creciente de evidencia de la locura y desesperación del hombre y su reflejo en la creciente confusión de las máquinas, los robots, quienes terminan siendo los salvadores (en ellos lo humano vivirá) de una humanidad moribunda, hasta el final consecuente con sí misma. Fiesta es la obra final de un maestro, una verdadera enciclopedia científica y filosófica y un verdadero manual de uso de recursos narrativos: una fiesta para el espíritu y una sacudida para la mente. El gran padre Dick que todo lo ve tenía razón cuando, antes del affair Lem en la SFWA y antes de su famosa carta al FBI, en una pequeña entrevista, refiriéndose a Lem y su obra dentro de la ciencia ficción dijo: "...sí, (dentro de 100 años) sólo a él recordarán". Si Lem sólo hubiera publicado Fiesta, eso aún sería verdad.

"Fiesta", Stanislaw Lem, Trad.: Andrzej Potocki, Ed. Sol Invictus, 2000.

© Reinaldo Avendaño, 2002

MAS SOBRE LEM, VER  - http://www.espacioexterior.net/lemdcho.html