TENDENCIA EN LA SOCIEDAD DEL CONSUMO

El comercio 'online' dispara los casos de adicción a las compras

COMPRAS COMPULSIVAS

COMPRAS COMPULSIVAS / EL PERIÓDICO

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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Compra y sé feliz. He aquí el problema. Una sociedad materialista empeñada en señalar que el camino hacia la felicidad es el consumo, sumado a la facilidad y rapidez del comercio ‘online’, ha desencadenado lo inevitable: el auge de las compras compulsivas, un trastorno que, aunque aún no ha llegado al vademécum de la salud mental (el DSM5), es considerado como tal por los expertos. Susana Jiménez Murcia, responsable de la Unidad de Juego Patológico del Hospital Universitario de Bellvitge, departamento de referencia en la ludopatía y otras adicciones, lanza la voz de alarma: “Los datos son preocupantes, sobre un 6% de la población sufre compra compulsiva y en los jóvenes y adolescentes el porcentaje ha subido ¡hasta el 30%!”. Hay que echarle el freno, pues, a este mundo que “prestigia la posesión” antes de que ese espectacular incremento en la franja juvenil lo convierta en pandemia.

El incontrolable impulso de comprar está asociado a “estados emocionales negativos vinculados a trastornos de depresión, estrés y ansiedad”, explica la doctora Jiménez. Buscan alivio en el ‘shopping’ y han encontrado un ‘monstruoso’ aliado: internet. “Hay pacientes que ya solo compran ‘online’; es una vía más rápida y fácil para esas conductas, con acceso las 24 horas desde casa. Hasta ahora lo frecuente era la compra presencial, les gustaba ver y tocar el producto”.

Según los estudios epidemiológicos, el grupo más afectado es el de las mujeres (70%) a partir de 35 años. Pero nadie se libra de la patológica tentación. Los hombres en vez de trapitos o zapatos a lo Imelda Marcos se vuelcan en las tecnologías, los coches... “Si no pueden cambiar de vehículo, van renovando las ruedas, parachoques, todas las últimas novedades”, concreta el psicólogo Jorge López Vallejo. 

El comercio en la red conlleva otras circunstancias agravantes: las compras se aceleran entre las 11 y 12 de la noche, “cuando la persona tiene pocas defensas, anda medio dormida, es más impulsiva y reflexiona menos”, aporta Albert Vinyals, doctor en psicología del consumo y profesor en la UAB y en Escodi. 

MENTIRAS Y DELITOS

No todos los enfermos potenciales llegan a consulta. Solo acuden cuando el trastorno produce graves conflictos económicos, familiares, psicológicos... incluso penales. “Llegan a mentir, a esconder las compras, a cometer delitos, endeudan a la familia... Son conductas con un gran impacto en la vida cotidiana. La abstinencia les genera gran inquietud; se observan relaciones con la adicción al juego”, explica Jiménez. La buena noticia, ilustra, es que la terapia es efectiva: a los 12 meses el 54% de los pacientes logran curarse. Aunque también se producen recaídas y la adicción, como sucede con las drogas, crea tolerancia. Es decir, cada vez se necesita comprar más para lograr la satisfacción buscada. 

AL ENCUENTRO DEL PLACER

López Vallejo describe la compra compulsiva como “un ritual para el encuentro con el placer”. Los afectados adquieren cosas “porque experimentan estados de ánimo extremos, bien de tristeza o bien de alegría”, sostiene el experto en Terapia Breve Estratégica. Los perfiles de los pacientes, afirma, son muy variados, con edades cada vez más tempranas y que muestran extrema agitación en sus conductas diarias. “Suelen pedir ayuda, ellos o sus familiares, en un estado muy avanzado del problema, cuando están desesperados. Y definen su manía como una especie de rapto incontrolable que les lleva a comprar”. En el tratamiento advierten a sus familiares de que deben interrumpir los sermones sobre el asunto, pues exacerban la adicción. “Solo deben restringir el uso del dinero”.  

Los vecinos del Norte, siempre tan adelantados, ya han empezado a cambiar el chip, informa el psicólogo Vinyals. “En Dinamarca, Noruega, Suecia, Alemania... han bajado el consumo, a partir de la crisis, y están apostando por los valores de sostenibilidad, como las marcas locales, y una compra más consciente basada en las necesidades reales”. En Alemania, pone ejemplos, gastan en Navidad la mitad que los españoles, y eso que sus salarios doblan los de nuestro país. “Ellos se han dado cuenta de que el consumo no lleva a la felicidad”.