Una ola de linchamientos estremece Argentina

ABEL GILBERT
BUENOS AIRES

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Lynch es un apellido con sonoridad propia en Argentina. Benito Lynch fue un escritor costumbrista de principios de siglo XX. Martha Lynch ganó notoriedad en los 70. Nada tenían que ver con Ernesto Guevara Lynch, el padre del Che. Pero, por estos días, el apellido devino verbo, como ocurrió en Estados Unidos en el siglo XIX, para nombrar a los actos de justicia por la mano, aplicados aquí contra ladronzuelos con una saña inenarrable.

La serie de linchamientos -una docena conocidos en el espacio de tres semanas aunque se cree que pueden ser más- que tuvieron lugar en Buenos Aires y la ciudad de Rosario han dejado a los argentinos en una suerte de estado de estupor, como si saliera a luz un país desconocido. La muerte, a principios de abril, en la periferia de Rosario del joven atrapado por la turba provocó la reacción del papa Francisco. «Me dolió la escena. Fuenteovejuna, me dije», escribió Jorge Bergoglio. «Sentía las patadas en el alma. No era un marciano, era un muchacho de nuestro pueblo; es verdad un delincuente. Y me acordé de Jesús  ¿Qué diría si estuviera de árbitro allí? El que esté sin pecado que dé la primera patada», agregó.

CRÍTICAS DE KIRCHNER / La presidenta Cristina Fernández de Kirchner criticó a los que quieren solucionar «a golpes» problemas que «no son de hoy» y que obedecen «a los sistemas de exclusión». Pero a 15 meses de abandonar el Gobierno Fernández de Kirchner está en franca retirada. Todos los que se disputan su lugar -kirchneristas, exkirchneristas y conservadores confesos, y que ya están en campaña electoral-entendieron que, frente a la creciente sensación de inseguridad ciudadana, es tiempo de proclamar la mano dura.

El gobernador bonaerense y aspirante presidencial, Daniel Scioli, ya puso en marcha un plan de emergencia que reincorpora a 5.000 policías y contempla ingentes gastos en dispositivos de vigilancia.

De acuerdo con el último Informe Regional de Desarrollo Humano (IDH) elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en Argentina tienen lugar 973 asaltos por cada 100.000 habitantes. Solo Colombia muestra cifras más altas en la región. Este país, junto con Chile, presenta las tasas de homicidios más bajas en América Latina (5,8 asesinatos por cada 100.000 habitantes). Pero entre esos números y la realidad se abre una grieta que ha dado lugar a los linchamientos. «Todos retrocedimos uno o varios peldaños de una escala de convivencia», señaló el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González.

«SEGREGACIÓN SOCIAL» / Otro sociólogo argentino, Leandro Gamallo aseguró que, los linchamientos de Argentina, han sido «esporádicos, efímeros, menos organizados y aislados», pero se distinguen por «un componente de segregación social muy importante». Gamallo no cree que esta serie de sucesos este relacionado con una ausencia del Estado. «Las cárceles están abarrotadas», dice.

Un informe de la Procuradoría General de la Nación revela que el 57% de las personas encerradas en cárceles aún no han sido juzgadas. El 79% de estos detenidos son jóvenes. Los especialistas dudan de que un mayor refuerzo represivo sea la respuesta a la inseguridad. Enrique Font, titular de la cátedra de Criminología de la Universidad Nacional de Rosario, dijo a la revista XXIII que, en Argentina, la policía «está atravesada por el delito». La policía , considera, es parte del problema y no la solución.